Extra No. 4 / Un solemne Adios
Hoy, como de costumbre, abro los ojos, intento sonsacarme la pereza y luego tomo rumbo hacia mi cocina. Pondré a hacer café. Mientras las gotas de este néctar de ejecutivos, artistas, estudiantes y escritores se suicidan rítmicamente al compás de la cafetera, yo voy al encuentro del único periódico nacional. Noticias van, noticias vienen. Como siempre, en primera plana, ese deporte ínsulso que tanto ha criticado Vargas Llosa. Y como siempre, nuestro pobre equipo derrotado. Qué desgracia.
Pero mi pena poco a poco se agrava cuando entre mi superficial barrido por la prensa aparece en letra Negrita una información que me deja perpleja: Muere uno de los pioneros del arte conceptual en Colombia. Una última gota de café cae lentamente como en un reloj de arena. Una primera gota profana mi lágrimal derecho y repta cual soldado herido por mi pómulo graso.
Como en toda situación de muerte vienen a mi mente imágenes inconexas que arman un video scratch cerebral.
Bernardo Salcedo ha muerto. El Duchamp colombiano a desaparecido para siempre. Ese hombre que cambió el rumbo del arte en Colombia (para bien o para mal) no dejará ver su genial figura y su irónica personalidad. Triste. Demasiado triste. Aún para sus detractores es una lástima y una pérdida irremediable.
Por eso le doy a este gran hombre, un solemne Adios.
-"Ya no quiero café.". Dice Lolita Franco.
Pero mi pena poco a poco se agrava cuando entre mi superficial barrido por la prensa aparece en letra Negrita una información que me deja perpleja: Muere uno de los pioneros del arte conceptual en Colombia. Una última gota de café cae lentamente como en un reloj de arena. Una primera gota profana mi lágrimal derecho y repta cual soldado herido por mi pómulo graso.
Como en toda situación de muerte vienen a mi mente imágenes inconexas que arman un video scratch cerebral.
Bernardo Salcedo ha muerto. El Duchamp colombiano a desaparecido para siempre. Ese hombre que cambió el rumbo del arte en Colombia (para bien o para mal) no dejará ver su genial figura y su irónica personalidad. Triste. Demasiado triste. Aún para sus detractores es una lástima y una pérdida irremediable.
Por eso le doy a este gran hombre, un solemne Adios.
-"Ya no quiero café.". Dice Lolita Franco.
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