06 enero, 2007

Nota 6: play

De nuevo en la ciudad.
Como siempre lo de siempre.



Antes de empezar de nuevo quise poner todo en orden. Clasificar por colores el guardarropas, echar la ropa sucia al balde de las prendas mugrientas, revisar mi correo electrónico, contestar el móvil, darle de comer al pez, etcétera. En realidad no lo hice. Supuse que luego la rutina lo resolvería por su cuenta.

En vez, entre emocionada y nostálgica, decidí hacer algo que llevaba más de quince años sin hacer: llamar al ciento diez y siete. Lo recuerdan. Aquella voz robótica y alelada que con cordial entone nos recita la hora exacta del día. Increíble. –“Son las once horas… cuarenta y cinco minutos… y treinta segundos. Son las once horas… cuarenta y cinco minutos… y cuarenta segundos”. Me dije a mí misma que era una genial forma de empezar el año.

Y lo fue. Con el ajetreo del cambio horario y la sincronización de los relojes para celebrar el nuevo año, mi bracito de agujas y engranajes permanecía holgazaneando sin saber que habíamos vuelto a la normalidad. Entonces giré su perilla y le hice sentir que el arte nos necesitaba. Que ya era hora de sumergirse de nuevo en eso del día a día, los trancones, la prensa diaria, el café matutino y las exposiciones. Él estuvo de acuerdo. Yo también.

Entonces, si tienen tiempo, tomen la bocina y marquen el 117. Se sentirán de nuevo en casa y listos para retomar.

Un cordial saludo,
La madame del arte. Lolita Franco.

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