14 agosto, 2007

Julio Le Parc / BLAA



Voy a hacer de cuenta que soy Julio Le Parc.
- Una mañana cualquiera me desperté pensando que no había nada más importante en el mundo que el movimiento circular. Noche tras noche pensando en una rueda. Círculos iban y venían y una extraña premonición me latía desde lo más profundo de mi pecho.
Radio, diámetro, esfera, grados, ángulo. De pronto todo es un gran ciclo cuyo fin concluye en el mismo principio. Trayectos viciosos que me trasnochaban. Acabó el letargo y me puse a trabajar. ¿Como mostrar esa absurda e inevitable obsesión por el círculo? ¿Cómo explotarlo visualmente sin que luzca muy sencillo? ¡Click! La luz. En movimiento.-



Aunque a primera vista la exposición de Julio Le Parc sorprende por la cantidad de supuestos trucos, en realidad no es otra cosa que la explotación de la tradicional figura geométrica que apodamos círculo o esfera. Si se fijan bien, absolutamente todas las piezas que componen la muestra tienen por principio básico la idea de girar. Aún las obras más cuadradas conllevan a visualizar tal movimiento. Un meneo que permite hablar tanto del tiempo como del espacio con la buena fortuna de embobar al espectador.



El visitante está ahí preguntándose cómo lo logra y pensando que se trata de un gran científico que dominaba la mecánica cuántica. Y los entiendo, parece increíble, pero a mí en cambio me sigue sorprendiendo más el aparato celular que cargo en el fondo de mi bolso Louis Vuitton. Lo digo porque la verdad es que sólo son principios casi obsoletos de la física. Lo que pasa es que los observadores son sumamente curiosos con lo que no conocen. Bueno… Algunos. Porque luego están los menos racionales y más románticos que saldrán sintiéndose en trance, añorando alguna droga alucinógena e imaginando caballos de mar, medusas, hadas o espermatozoides. La poesía pura.



El caso es que lamentablemente es mucho más sencillo de lo que parece. Él mismo lo confiesa en la intimidad del pasillo. Hablo de un video en el que su rostro rueda (rueda y rueda) aleatoriamente hasta detenerse completamente en un primer plano de su burlona sonrisa. ¿Lo ven? Círculo. Nada más.

Al fin y al cabo me divertí mucho. Y mis hijos más. Nos entretuvimos como en cualquier feria de ciencias o museo de los niños. Pero me preocupa que endiosen a los artistas de la magia y no a los magos del arte.



/// Especial mención para los montajistas y curadores de la Biblioteca Luis Ángel Arango que siempre logran convertir ese espacio en un exclusivo recorrido por las maravillas del arte.

1 Comentarios:

Blogger Julian Bueno dijo...

la sencillez de la tecnología en la obra de le parc, es evidente, y creo que todo el mundo se da cuenta. No hace falta ser un científico para darse cuenta de los mecanismos que animan su obra. Más bien, es invevitable no maravillarse al ser sorprendido por sus creaciones. Es muy chévere ver cómo a partir de lo más elemental, por ejemplo el círculo, hace unas composiciones geniales.

10 de septiembre de 2007, 6:20:00 p. m. COT  

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