05 marzo, 2009

Nota sobre una línea



Es cada día más claro el interés que tienen nuestros artistas, en especial los más jóvenes, por desentrañar, descubrir y curiosear las infinitas posibilidades que brinda el dibujo no sólo como técnica, sino como concepto mismo. Estamos ya no en una era de pintores modernos sino de dibujantes contemporáneos.
Se vuelve incluso algo repetitivo pero aún así valioso dentro del enorme abaníco de posibilidades. Desde los retazos de bitácoras pegados a la pared, pasando por los juegos visuales con la hoja de papel, las rayas y rayitas, hasta los videos que registran el acto mismo de tomar un lápiz y un papel. A veces obsesivo. A veces poético. Sólo el diablo sabrá juzgar sin miedo a equivocarse.

En el caso de la exposición curada por Ana Martía Lozano en L.A. Galería creo que se destacan en particular una serie de dibujos de Javier Gamboa en los que la transparencia del soporte le permite al espectador visualizar un doble recorrido de líneas formando personajes cotidianos que aún estando en rapidógrafo sobre papel, hacen intuir la presencia de un inexistente grafito. Una propuesta que logra ir precisamente un paso más allá dentro del extenso menú de puntos y líneas 'a la carta'. Caso contrario ocurre con ejercicios automáticos que retornan al dibujo por el dibujo y al ejercicio por el ejercicio. Autómaticidades que confunden oficio con paciencia y terapia con arte. No es el caso de una propuesta que incluye lluvia de oro y otros fenómenos preciados para despertar la imaginación y el glotón pecado de la codicia. Esto a pesar de que el dibujo como dibujo, por su característica intimista, pasa a un tercerísimo tercer plano.

Son exposiciones curiosas que no cambiarán al mundo, pero que en cambio sí llenan la planilla de los jueves en la noche e incluso con un poco de suerte logran cautivar a algunos detallistas.

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