XIII salon nacional de artistas jovenes

Aunque se suele pensar que el número 13 es un número maldito, sinónimo de mala suerte y pésima fortuna, en este caso, pasó todo lo contrario. Gran acierto.



En el planetario de Bogotá me recibió una especial curaduría hecha por jóvenes para jóvenes: Control alt suprimir. Una muestra basada en la idea de reciclar imágenes. Estrategia más que recurrente y casi obligada del artista joven. Creo que Reciclash se fajó y le demostró a las instituciones lo que significa proponer un montaje, escoger unas obras, hacer una investigación.





Así mismo acertaron los jurados que supieron escoger a un grupo atento a las subculturas imaginarias que laten en nuestras ciudades. Herencia de Aguirre, Junca, el mismo Carlos Castro o Saúl García, este salón recoge todo ese interés adolescente por analizar símbolos, signos, imágenes y slogans de nuestra era, siendo estos el pan visual de cada día. Porque ya no hay modelos desnudos ni salidas de campo. Hay Internet, flyers, televisión, carteles, etc. De ahí provienen las nuevas referencias y los últimos hallazgos. Y eso hay que hacérselo saber al común de la gente que tiene el pensar moderno tatuado entre ceja y ceja. Es esta entonces una forma de entender las ideas contemporáneas.




Vale la pena recalcar y felicitar también al instituto de cultura y turismo que con sus convocatorias permite dar a conocer nuevos proyectos, prever tendencias y brindar espacios para la enorme producción plástica de las nuevas generaciones.



Qué delicioso colorido para sentir a unos jóvenes que sueñan, que se esfuerzan, que trabajan, que creen en el arte. Ojalá se siga con esta onda fortalecedora.



Tenaz (y fue lo único) el sellito que llevaba el título de la expo. Parecía hecho en algún algodoncillo tibio y de poca monta. Esto le quitaba fuerza a las bellas teclas. Y aunque no es grave hay que saber que es el primer contacto que se tiene con la exhibición. De ahí mi queja. Preferible haber dejado solo las teclas o poner a don chinche dando la
bienvenida.



Nueve sobre diez. Tremendo postre.