Regurgitando diseño: Paraguernicas, Ciclovías, Varios.
Parece que junto con su larga cabellera también se le fueron las ideas al flamante ganador del Premio Luis Caballero del año pasado. Tal vez también se le esfumaron los 11 millones y no hubo otra solución que retomar los eternos tecnoesmaltes. Unas pinturas que me parecen maravillosas, pero que sin embargo, no muestran ninguna evolución artística. Supongo que el maestro Uhía, prefirió, en este caso, ser más comercial que conceptual.
Obviamente, vendiendo, de dientes para afuera, la idea de que bajo esas espesas capas de esmaltes y de óleos seguía intacta su posición crítica y mordaz. Pero seamos sinceros. A nadie le convence la idea de que detrás de esos brillantes y controlados drippings o de los ‘simpsons a pedazos’, se escondan tantos desgastados discursos. Hablo de aludir a barrios marginados o de estratos bajo. Hablo de que su paleta nazca de la gama cromática predominante en las ciclovías. Hablo del hacer automático de la pintura. Hablo de su posición frente a los delitos de los paramilitares. Hablo de su malestar frente a las ‘muy de moda’ pinturas planas y en colores vivos, que aluden al desgastado término Pop Art. Hablo de esas frases que pasan del cajón al diario nacional, como para validar una producción, que como yo la veo, no es más que una pausa, una transición y un vacío, para re-pensar su pintura. Porque en ese caso eran mucho más eficaces sus reproducciones de cuadros con collages y textos, que estas regurgitaciones críticas.
La pregunta para Fernando será: ¿Cómo lograr esa misma sensación cacofónica y perturbante de las grabadoras pero involucrando un largo y sufrido proceso pictórico?
La respuesta de seguro se la dará el tiempo. Tal vez no era el pelo. Tal vez tampoco eran sus pantalones naranja. Tal vez sólo sea una cuestión de reflexionar, como cuando tan sólo era un artista adolescente.
Imagen de archivo.
Obviamente, vendiendo, de dientes para afuera, la idea de que bajo esas espesas capas de esmaltes y de óleos seguía intacta su posición crítica y mordaz. Pero seamos sinceros. A nadie le convence la idea de que detrás de esos brillantes y controlados drippings o de los ‘simpsons a pedazos’, se escondan tantos desgastados discursos. Hablo de aludir a barrios marginados o de estratos bajo. Hablo de que su paleta nazca de la gama cromática predominante en las ciclovías. Hablo del hacer automático de la pintura. Hablo de su posición frente a los delitos de los paramilitares. Hablo de su malestar frente a las ‘muy de moda’ pinturas planas y en colores vivos, que aluden al desgastado término Pop Art. Hablo de esas frases que pasan del cajón al diario nacional, como para validar una producción, que como yo la veo, no es más que una pausa, una transición y un vacío, para re-pensar su pintura. Porque en ese caso eran mucho más eficaces sus reproducciones de cuadros con collages y textos, que estas regurgitaciones críticas.
La pregunta para Fernando será: ¿Cómo lograr esa misma sensación cacofónica y perturbante de las grabadoras pero involucrando un largo y sufrido proceso pictórico?
La respuesta de seguro se la dará el tiempo. Tal vez no era el pelo. Tal vez tampoco eran sus pantalones naranja. Tal vez sólo sea una cuestión de reflexionar, como cuando tan sólo era un artista adolescente.
Imagen de archivo.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal