La fiesta del año. Vol.2
Carlos Castro y sus ‘Claudios de Colombia’ siguen en el estrellato. Ahora a sus conciertos ya no sólo asisten las mismas caras conocidas del mundo del arte sino que convocan a hordas y hordas de jóvenes desenfrenados que aprovechan la recocha para alocarse hasta el cansancio. A calzón goteado, esta sui-generis banda sigue despertando una inexplicable euforia y risas de placer por doquier.
Muchos de los asistentes ni siquiera saben quien es Carlos Castro pero ahí están. Porque han oído que existe una banda que se empelota y que puede ser el entretenimiento perfecto para una despedida, una bienvenida o simplemente algún cumpleaños. Así de lejos llegó este performance. Así de increíble es este homenaje al burro mocho. Se convirtió en realidad y se da el lujo de poner patas arriba una galería. Incluso las obras y los 30 expositores pasan a un quinto plano. Hubieran podido no estar. Es hermosamente irónico como ‘se cagan’ (me perdonan la palabra) en la usual pedantería del arte. Rompen con todos los parámetros, las reglas y las normas. Y lo mejor: nadie se da cuenta.
Así se despidieron. En una noche que tuvo hasta año viejo. Buena suerte para Carlos. Ojalá que goce y nos siga haciendo gozar.
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