10 diciembre, 2010

Casas Riegner / Dibujar es escribir, escribir es dibujar




Según muchos maestros, el mejor dibujo de una persona, es su propia firma. Es ahí, en esos garabatos, a veces ilegibles y complejos, donde desaparece el miedo a dibujar y sale entonces un trazo libre, con seguridad y sin ansiosos titubeos.
En otras palabras: dibujar es escribir y escribir es dibujar. Y es ese precisamente el título de la última exposicíon del año en la Galería Casas Riegner, que desde hace unos meses, no sé muy bien porqué, se vió reducida a un solo piso.

Allí se concentraron entonces obras de Johanna Calle, Humberto Junca, Ícaro Zorbar, Mateo López, Teresa Currea, Tony Cruz, Angela María Restrepo y José Antonio Suárez Londoño, las cuales hablan de la escritura desde del dibujo, y del dibujo desde la escritura.

Por un lado López expone todo su procso de concepción del palacio de papel presentado en la 29 Bienal de Sao Paulo, y paralelamente, como en ese mismo Ping pong con el que fueron aceptados en Basel, José Antonio Suárez expone una serie de hojas provenientes de sus diarios, libretas y bitácoras. Así percibí de antemano la curaduría de la muestra. Enmarcada por dos protagonistas que han hecho del dibujo no sólo una técnica y un recurso visual, sino una forma concreta de pensamiento. Y ambos trabajos lo denotan. Personajes que van más allá del deslumbrante hiperealismo o el perfecto uso motriz de sus lápices y que al contrario dejan a la vista incluso su forma de pensar y de hilar ideas. Sus dibujos de una u otra forma develan el secreto de la creación. Mateo con todas sus anotaciones y referencias arquitectónicas, artísticas, personales y literarias y José Antonio gracias a un fluir inconsciente de su consciencia. Ambos proyectos son minuciosos, ameritan un mirar pausado y esconden pequeños secretos mentales. Hablo desde el ojo que todo lo mira en el pequeño espacio que ocupa la ventana adyacente a los dibujos de Londoño, como de los mails intercambiados por López con los curadores de la Bienal.

Y entre estos dos grandes pilares de un dibujo inteligente se empiezan a derivar trabajos de ilustración deslumbrantes como los de Teresa Currea, o la escritura a la que nos tiene acostumbrados Joahana Calle -que me sorprendió positivamente con su bola de cauchos escrita- , lo contemplativo de la secuencia de Tony Cruz o el intento siempre poético de Ícaro Zorbar, que aunque nunca logra emocionarme del todo, siempre parte de ideas sumamente interesantes.

Una exposición sencila pero deliciosa de ver, que pone de nuevo la mira en la importancia que tiene el dibujo como proceso de pensamiento. En ese sentido, la escritura debería también ser lo mismo. Y aquí recuerdo por ejemplo las bellísimas descripciones de Hopper antes de componer un cuadro o las frases proverbiales de Jenny Holzer.

La lección invaluable de esta muestra: pensar creando o crear pensando.





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