05 abril, 2010

Espejito, espejito



Muy cerca a mi casa, en el barrio quinta Camacho, adyacente a la opulante pero deliciosa zona G (donde se ubican dos de mis restaurante favoritos: Emilia Romagna y Rafael) se esconde una pequeña galería con un sugestivo nombre para los amantes de los dobles sentidos: 69. Un pequeño pero acogedor local que poco se destaca en el circuito, y en el sector (por estar junto a edificios residenciales), pero que sin embargo una de tres veces, presenta proyectos interesantes. Del que voy a hablar probablemente pasó desapercibido por muchos, pero para las señoritas en cuestión, creo que fue una experiencia enriquecedora. Lástima que haya durado tan poco porque no les permite ni a las participantes, ni a los socios de la galería, tener la visibilidad necesaria para que no se vuelvan exposiciones efímeras. Cinco días (de los cuales uno no abren) no son ni medianamente suficientes y desgastan más de la cuenta.

Hablo específicamente del proyecto Amparito, que presentaba su exposición “espejito, espejito”. Un nombre que se apropia de esa clásica escena de Blanca nieves en la que la bruja malvada, la Lolita Franco de Disney, se vanagloria frente a un espejo parlante al que obliga a decir mentiras. Una metáfora bellísima de la vanidad y el ego desmedido.
Así que haciendo alusión a esto, este colectivo femenino anónimo que pretende continuar con 4 curadurías más en el año, convocó a más de 20 chicas jóvenes a hacer una reflexión sobre sí mismas y su posición como nietas. Lo más lindo del asunto es que todas participaron bajo pseudónimo y en honor a las abuelas, que es lo que une el proyecto.

Y aunque muchas no suenan todavía en el medio, demostraron tener una gran cantidad de cosas bonitas que decir. Se exacerba el feminismo y se rescata lo valioso del formato pequeño. En general “cositeras” y “curiosas”, todas me hicieron recordar los primeros trabajos de dibujo que hicimos con Lucía y Antonela, recién salidas de la U. Detalles íntimos, recuerdos nostálgicos, detallismo y oficio, son las características que cosen esta carpeta de croché artístico que se tejió de manera independiente. Un intento valioso por desentrañar las cosas que como madres, y con suerte como abuelas, queremos expresar. Una muestra que sin redundancias, ni efectos maquilladores, logró generarme una sensación tibia de melancolía, y hacer que la incluyera en mi bitácora de breves palabras escritas.

Lo mejor estuvo a cargo de Catalina López, Lorenza Vargas, Alejandra Hernández, La peluquería, Marcela Varela y Maria Cecilia Amaya.









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