05 abril, 2010

Variaciones/Johanna Calle

Que tire la primera piedra, o mejor, la primera letra, el que no le aburra, después de años de repetición sistemática, la escritura dibujada y los ejercicios manuscritos de Johanna Calle. Es decir, si fuera la primera vez que yo veo el trabajo de Johanna, a quien quiero mucho, me parecería todo maravilloso. Cada hoja de papel respira de manera solitaria. Sus dibujos son bellísimos porque tienen una pacífica armonía y transmiten paciencia y paz. Mucha paz. A tal punto que cada composición es perfectamente pensada, cada trazo impecablemente resuelto y la factura impecable. Pero lamentablemente para mí, no es la primera vez que lo veo. Y a pesar de que cambian los formatos y los motivos, siente uno como si todo aquel paisaje de letras negras sobre desérticos fondos blancos ya los hubiera visto una y otra vez.

Mi consejo para el que nunca lo ha visto, es que vaya corriendo a verlo. Pero al que ya lo ha visto, no hay tanta necesidad de volver. Y es que esa fue una de mis razones para abandonar la creación y dedicarme a la crítica. Porque si hacer arte y tener éxito con ello implicaba hacer lo mismo toda la vida, claramente no quería hacer arte. Al menos no en esta vida. Prefería ser ama de casa o gestora cultural.

Porque para mí cada momento amerita una novedad, un desarrollo y una evolución. Y más en el arte contemporáneo, en donde el claustrofóbico concepto del estilo fue revaluado y mandado a recoger. Hay que aprovechar. Aprovechar más allá de las ventas, más allá de los prejuicios y más allá de los miedos. Insisto, la obra de Calle es bellísima. Me satisface, me gusta, me place pero me aburre. Estará eso bien? Irónicamente la muestra se titula "variaciones".

A continuación las piezas más arriegadas:





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