F.U. Propiedades D.C. 2008
El mes pasado esos jóvenes que hace ya unos años fundaron una escueta publicación gratuita y de tinte urbano (cartel urbano) hicieron por segundo año consecutivo su gran festival de arte. Un extenso laberinto de propuestas que mostraron a lo largo del año en su casa de exposiciones y que se vieron reunidas, como en una enorme conclusión, en el antiguo Hotel Nueva Granada, en pleno centro de Bogotá. Un gigantesco compilado de escombros en donde se aglutinaron cientos de obras, entre pinturas, dibujos, instalaciones, graffitis, videos, performances y demás expresiones nacidas de este archipiélago de barrios indistintos los unos a los otros.
Una labor titánica, casi impensable, que sin embargo y para serles sincera, posee innumerables vacíos en términos de curaduría y museografía. Hablo en principio de unos textos y títulos supremamente ambiguos y a veces hasta incoherentes, que no dan prueba de un proceso que por el contrario si parece estar claro. Lo digo porque al leer la editorial dedicada a este evento surgen ideas puntuales y reflexiones muy sensatas que no se reflejan necesariamente en las muestras.
Hablo también de la excesiva despreocupación por el bienestar de las propuestas que se vieron casi violentadas por un aglomerado público al acecho. Y si hay algo importante en este medio es que las obras no sufran ya que son ellas las protagonistas y no el evento en si.
Así mismo siento un alto grado de adolescencia y de inconformismo mal expresado ya que más allá de ser un espacio alterno o distinto, es otro laboratorio para mostrar a los mismos artistas y grupos que buscan un espacio en galerías, museos y lugares convencionales. Y dicha diferenciación parecía ser uno de las principales premisas.
No por esto hay que dejar de hacerlo. Al contrario hay que continuar, pero sobretodo mejorar, percibir e intentar resanar las inevitables grietas de un evento que se puede fácilmente convertir en un patrimonio cultural aún inexistente en nuestra sociedad local.
Lo mejor?
Una sombrilla que muy amablemente ofrecía un lugar seco, entrañable y acogedor al abrigo de una incesante lluvia. Realmente maravilloso.
Un video de una gigantesca luna cuyos ojos fueron apareciendo lentamente como para decirme: “mujer… el universo te observa… a lo lejos, pero te observa”.
Excepcionales graffitis invadiendo algunos espacios.
Lo peor?
Un interés generalizado de los jóvenes por ciertas actitudes y estéticas que poco a poco irán pasando de moda y que por tanto no permiten crear historia. Quisiera entonces que si hay un interés real y unas intenciones serias con este tipo de propuestas, lo transformen en un patrimonio sostenible.
Con cariño, Lolita Franco.
Y aunque no fue el mejor escenario para andar entaconada, los felicito por el gran esfuerzo. Sé que les esperan cosas maravillosas a todas estas nuevas generaciones. Y hay un gran valor en el hecho de intentarlo. Porque más vale probar que quedarse sentado imaginándolo todo.
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