16 febrero, 2009

Pequeñas cuestiones/Grandes cuestiones

A diferencia del amor creo que las pequeñas cuestiones, que al fin y al cabo como lo dice el propio título de la exposición, son grandes cuestiones, tienen realmente rasgos de seres humanos, destellos de talento y una noción clara del contexto contemporáneo en el que se hace el arte. Obras sinceras, claras y sencillas le dan la bienvenida al espectador desprevenido que se acerque a la fundación Gilberto Alzate Avendaño. Una muestra con obras que ya se han visto pero que sin embargo reflejan mucha frescura.



Y el amor, como va?



El año pasado quedé con la molesta y perturbadora incógnita de saber como iba el amor? Qué ha pasado realmente con ese sentimiento indefinible que traspasa las fronteras de lo absurdo y nos hace comportarnos como idiotas que se sobreactúan?
Acaso la contemporaneidad es tan compleja que no permite ni siquiera a los artistas, esos pícaros y astutos comunicadores, aclararnos alguna duda al respecto? Acaso es tan difícil? Así parece… porque salvo las piezas de Maria Isabel Rueda, Andrea Echeverri, Adriana Marmoreck y de quien llenó el piso con mensajes inconclusos de diálogos y mensajes de textos, las reflexiones al respecto estaban vacías y sin el contenido puro de donde proviene precisamente ese inexorable sentimiento. Ninguna obra exhalaba realmente ese aroma tibio que se desprende de una boca, ni contagiaba de feromonas el desolador ambiente de la bellísima sala Santafé. Tampoco nadie logró explicar los minúsculos pero incesantes problemas que se desprenden de una relación de pareja. Así de poco desafiante me pareció la muestra homóloga de la versión francesa en la Villette. Inclusive me puso a pensar otra cosa… cómo va el arte? Y ahí mismo tuve una feroz pero verídica respuesta. Desbocado y sin ningún tipo de límite para detenerlo en su descontrolada cabalgata hacia el todo o la nada. Que al fin y al cabo termina siendo un poco de lo mismo. Las fronteras entre el arte bien hecho, con profundidad, con oficio, con sentido, con sinceridad y con sustento cada vez se confunde más con propuestas mediocres, reflexiones vacías, citas superficiales y carencias de talento. Esa exposición es la lamentable prueba de ello. Por ello creo que hay que volver a ponerse en la tarea ‘goda’ de enumerar e imponer antiguos límites.

Aún siento una piedrita en el tacón… Pero me parece valioso de parte de la embajada francesa ir variando sus convocatorias y salirse de los anteriores concursos jóvenes que pecaban por un excesos nacionalismo y romanticismo.