22 marzo, 2010

Dos muestras archivadas

Atrás quedaron los Lenguajes de papel y las 7 resoluciones de Miltos Manetas.
Dos intenciones opuestas que se presentaron con buena presencia en medios en el mes de febrero y principios de marzo, pero que sin embargo no lograron deslumbrar.







La primera por el exceso de obras en la pared y un arrume innecesario para hablar del papel como soporte. Obras valiosísimas, interesantes y de gran factura, que lamentablemente se perdieron ante la evidente aglomeración de piezas las unas seguidas de las otras. Una saturación excesiva y un montaje mediocre terminan siendo las principales características de esta exposición. Los artistas en cambio quedan exentos de responsabilidades al presentar en su gran mayoría obras de gran calidad.

Manetas en cambio con una curaduría híper contemporánea y un discurso seductor, tampoco llenó las expectativas. Unas pinturas poco vanguardistas y en exceso obvias y “clichesudas” frente a la problemática de la tecnología, contradicen su constante actitud provocadora y de replanteamiento de la manera de hacer y concebir el arte. Un episodio muy “in” pero absolutamente frustrante para los amantes del arte. Preferible hubiera sido ver mucho más de su proceso dentro del movimiento que el apoda neen, así como la gran cantidad de experimentos que ha venido realizando con los nuevos medios y que lo han catapultado (guardando proporciones) dentro de una porción de la escena mundial. Un griego muy querido con una obra muy aburrida para Bogotá.





11 marzo, 2010

Eran las doce cero cero

Hace un tiempo decidí que quería vivir la experiencia de quedarme en una suite intervenida (o decorada) por un artista. En pocas palabras, evaluar si el concepto del hotel 104 art suites me generaba algún tipo de sensación distinta a la de un hotel 5 estrellas convencional. Mi esposo sólo por darme gusto aceptó mi extraña propuesta, así que dejamos a los niños con mi hermana, y nos enrutamos hacia este lugar. Hicimos el check-in y aunque la recepcionista nos preguntó en que habitación queríamos pasar la noche, lo dejamos al azar. El elegido: Juan Pablo Echeverry. Pero esa es otra anécdota, además de que hay un montón de recuerdos de esas noche, que prefiero no comentar en público.

Lo cierto es que hace poco volví al hotel sin intención alguna de quedarme sino para conocer la nueva galería 12:00, recién creada por un coleccionista de arte que ya previamente había lanzado sus primeros cartuchos en La Otra del año pasado.



Me encontré con un rectángulo acogedor, muy iluminado y calzado de un baldosín ajedrezado. Un espacio pequeño, neutro y sin mayores características arquitectónicas aparte de las que describo. La muestra era una serie de coloridas pinturas de una joven llamada Gabriela Pinilla y titulada Una historia sencilla. Recuerdos de sus familiares y allegados, en situaciones cotidianas, recreativas y nostálgicas. Aunque el trabajo pictórico es interesante, por momentos cae irremediablemente en la estética del arte popular y de la caricatura fauvista.
Se enfatiza la facción chueca y la desproporción de la figura humana a un punto que a mí me molesta. Me gusta sin embargo la elección de un tema emotivo, cercano y sensible para la artista, permitiendo así una descarga emocional más intensa en el espectador. Un riesgo asumido y valeroso. Pero en una palabra: es una exposición ‘pálida’ (a pesar de la numerosa cantidad de colores). Un segundo debut menos interesante que aquel visto en el viejo edificio Panauto. Veremos que sigue para esta galería novel.



Lo gracioso de mi visita fue que los empleados me recordaban por un suceso relativamente vergonzoso en el hotel. No les di pie para la burla y al contrario charlé un rato con ellos. Nos dimos cuenta que eran las doce cero cero.