30 abril, 2007

Colaboración 1/ David Lachapelle / MALBA. Bs As. Argentina



Cuando uno entra a la Exposición de David Lachapelle se lleva todo el gusto de la sorpresa. Por lo menos para mi fue así, ya que conocía nada o casi nada de este famoso fotógrafo americano. El escenario es el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, más conocido como el MALBA y que intenta dar una buena vista sobre el arte del subcontinente. Y digo intenta, no en un sentido peyorativo, sino por que tratándose de un museo, tiene sus límites en cuanto a la cantidad de artistas que puede patrocinar.



De entrada me topé con Angelina Jolie, labios carnosos entreabiertos, sobre una imagen primaveral que se explotaba en mil granos de color y luz solar. Descubrí que efectivamente el foco estaba totalmente centrado en el primer plano y que el paisaje del fondo, campo de flores y cielo azulísimo, se asemejaban a una acuarela fresca. Fue un momento refrescante, como si pudiera sentir esos aires campestres. Obvio, el gran formato ayudó.



Durante el recorrido por la muestra me llamó la atención la cantidad abrumadora de colores que podía ver en una misma sala. Ya saben, estas salas blancas y frías de pronto se convierten en un gran bacanal carnavalesco donde los senos de mujeres famosas y no famosas son el abrebocas hacía el mundo de Lachapelle. Mis ojos se tornaban morbosos y sedientos de más. Luego, escenas eróticas donde un cupido contemporáneo trata de “flechar” a una doncella, igual de contemporánea, con un gran vibrador dorado. Una mujer musculosa es captada en el jugueteo del sexo junto a su adonis; los dos son observados por una esbelta modelo. Todo ello me exaltaba.



En pocas palabras, me encantaron los colores y cómo el artista no tiene miedo de juntarlos, mezclarlos, y hacer de ellos una gran fiesta, obvio es privada, pero igual una fiesta. También me encantaron los grandes formatos: las fotos, todas ellas, eran de una buen tamaño, para mirar y disfrutar. Me encontré con una gran fiesta pop y cultura del entretenimiento: todo un viajecito por lo bueno y lo malo de nuestros tiempos. Escenas que me dejaron atónita y llena de esperanza, con el color por delante y nada por limite.

Lucky, colaboradora.
Claramente, si quieren más tendrían que buscar el libro “Heaven to Hell”. Intenten en internet o si lo tienen.

Nota 8 / Bienvenida


Por Lucky. Puerto Madero, Bs As.

Con el interés de ampliar el panorama visual de quienes siguen periódicamente el blog he decidido invitar a una amiga muy especial, y con quien comparto el irracional gusto por las imágenes, a escribir mensualmente desde Buenos Aires, Argentina. A Lucky, como se hace llamar, una calurosa bienvenida. Ojalá podamos contar con sus narraciones, como mínimo, una vez al mes.

Por mi parte, yo, Lolita Franco, seguiré gritándole al mundo local que es lo bueno y que es lo malo. Qué me punza y que no me punza.

Profesores al tablero

El jueves pasado decidí visitar a un par de amigas/colegas/compañeras de vida que en un punto de su carrera, y como para evitar el desasosiego propio de las artes en general, decidieron vincularse a una academia y convertirse en pacientes docentes.

El motivo de la visita era conversar un poco, recordar viejos tiempos, comentar proyectos imposibles y visitar una original exposición de la cual fueron partícipes.

Hablo de una peculiar muestra de profesores organizada por la facultad de artes visuales de la Universidad Javeriana. La idea era que cada profesor participante retomara un ejercicio académico hecho en su clase e hiciera su propia propuesta visual. Interesante reto teniendo en cuenta que esta vez los verdugos no serían ellos sino los inocentes alumnos. Además, otra de las novedades era que el espacio de exposición no se limitaría a los salones o corredores usuales sino que se extendería a todo el campus universitario. De Norte a Sur de la calle 45 a la calle 39, y de Occidente a Oriente de la Carrera Séptima a la avenida Circunvalar. Un espacio gigantesco en donde a manera de oasis aparecerían de la nada indefensas obras de arte.












A nivel general me parece bastante divertido sobretodo por el hecho de retomar tareas enseñadas. Lo digo porque generalmente los ejercicios están totalmente alejados de la búsqueda plástica de cada persona. El profesor no sabe entonces si hacerlo como si fuera estudiante o como artista profesional. Más si quien lo juzgará es su antiguo estudiante quien muy factiblemente se sienta decepcionado. En fin…

Al final, las conclusiones por “chismerío” oral son las siguientes:
- “Que hay propuestas muy pobres. Como los fallidos stencils de Diego Mendoza”. Este, paradójicamente, es una de las vacas sagradas de la facultad.


- “Que hay pseudos-copias de ejercicios hechos anteriormente por alumnos”. A veces la gente tiende a pensar que por que hay ideas similares, entonces son obras iguales. El mito de la originalidad…
- “Que el espacio es muy grande entonces no se alcanza a recorrer toda la muestra”. Para una persona externa esta crítica es muy apropiada pero para los javerianos se convierte en un divertido juego de encontrar las obras, ya que están muy bien mimetizadas con el espacio.

Yo me tomé mi café, deambulé un poco y fui bastante feliz.

08 abril, 2007

De Marta Traba a Lolita Franco



¡WHAAM! (Como la obra de Roy Lichtenstein). Esa es la primera imagen que se me viene a la cabeza cuando pienso en el funesto accidente aéreo en el que perecería la mujer de mundo, la novelista olvidada, la dueña de la exclusiva dona del arte y la principal figura del acontecer crítico de nuestro país: Marta Traba.

Ya de eso hace 23 años. Época en la cual yo recién había terminado mi carrera de Bellas Artes en la Universidad Nacional y me preparaba para trasladarme a Londres, en donde estudiaría una maestría en Arte contemporáneo, nada más y nada menos, que en el Sotheby’s School of Art, filial de la afamada casa de Subastas. Estaba entre orgullosa, nerviosa y ansiosa. Toda mi vida había soñado con ser la predecesora de Traba y la nueva imagen de una crítica narrativa mucho más clara y concisa. El destino aguardaba. Pasaron dos años y ya había visto muchas más imágenes que cualquier crítico que esté en vida. Millones y millones de obras que desfilaron por mi retina como alientos de vida e interruptores históricos.

Mis primeras reseñas fueron para revistas de bajo perfil que circulaban en ciertos espacios culturales londinenses. Así mismo se publicaron artículos de carácter internacional tanto en el periódico El Tiempo como en El Espectador. Fui testigo de la crisis de la revista Arte en Colombia para la cual colaboré con particular tesón durante más de cuatro años de mi vida, hasta ver como todo se desmoronaba y lo que era un bello espacio para la actividad literaria se convertía en un paquín publicitario. Fui invitada por la Revista Diners para participar en su 40 aniversario y ayudar en la curaduría de la respectiva exposición en la tradicional Galería del mismo nombre. Eso por nombrar solo un par de actividades que me han mantenido ocupada por las últimas dos décadas. Siempre escribiendo y participando en un sin-número de proyectos editoriales que con suerte han florecido y ayudado así sea en una mínima proporción al leve renacer cultural de nuestro país. De perfil bajo para evitar los impertinentes ataques de una traicionera jauría de lobos como lo es la del mundo del arte. Mundo un tanto patético, snobbista, hipócrita y vanidoso. Un mundo en donde predomina la mala cara, la actitud intelectual, las miradas de reojo y no el buen sentido estético, la promoción objetiva o la verdadera discusión de ideas.

Ideas van, ideas vienen. Personajes surgen, personajes se opacan. Ya Gloria Zea no es la impulsora del bellísimo espacio diseñado por Rogelio Salmona para albergar una de las instituciones más prestigiosas del siglo XX como lo fue el Museo de Arte Moderno. Eduardo Serrano luce viejo y desgastado. Después de su lucha por reemplazar a Marta no quedó sino un recuerdo lúgubre de su paso por el Museo. Jaime Cerón pretende estar en todo pero no pasa de ser la imagen cliché del crítico de arte que se pavonea orgulloso con su abrigo de plumas y terciopelo. Muchos periodistas intentan hacer un esfuerzo, pero todo se queda en reseñas informativas o investigaciones demasiado puntuales y de interés especializado. Intentos como los de Santiago Rueda son valiosos pero no dejan de ser un oasis en el acontecer local. Nadie lee realmente a los ganadores del premio Nacional de crítica haciendo de estos textos una herramienta única y exclusivamente para expertos. De hecho autores como Natalia Gutiérrez o el mismo Andrés Gaitán solo son conocidos en el medio y no por un público más general. Y así hay muchos más, Ana María Escallón, Ivonne Pini, Carmén María Jaramillo, José Rocca, etc., ninguno, con el ímpetu, el amor y las agallas de Marta Traba.

Y para eso estoy aquí. Para poner en marcha una nueva etapa en el arte local. Para reemplazar a investigadores mediocres y escritores mamertos. Estoy aquí para dar a luz un proyecto crítico que cumpla con el verdadero propósito de la crítica: criticar. Todo con la verdad, sin pelos en la lengua y con el cariño de quien ha llorado o reído a carcajadas al ver una imagen. Porque un oficio que me engallina la piel a diario merece un esfuerzo titánico para ser cambiado. Porque estamos cansados de una rosca insólita y de unos personajes insulsos y egoístas. Por que después de Marta Traba y sus brillantes pero exclusivistas textos, están las narraciones ligeras de Lolita Franco. Por eso caminaré despampanante haciendo sonar mis tacones, previendo para el arte, el mejor de los futuros. Porque llevamos más de treinta años excusándonos bajo la afirmación de que en Colombia no hay crítica de arte, y yo por mi parte, ya me harté de ello. Quiero lengua suelta, mucha lengua suelta.

07 abril, 2007

-10 % / Galería Cu4rto Nivel



Sin más ni más puedo decir que me pareció bastante interesante la “otra mirada” que propone el ex-ganador del Premio Nacional de crítica, Andrés Gaitán.

Aunque en varias ocasiones su retórica lenta (como contada al ritmo de un monótono compás) me hacía sentir un somnoliento letargo, con esta propuesta el artista me dejó con pocas palabras. Lo digo porque aunque se propone un discurso muy similar al de Nadín Ospina, en el que miramos lo foráneo y lo reinterpretamos para hablar de nosotros mismos, hay una enfática auto-identificación. Me explico. Hay en estas obras un concepto clave y es el hecho de que en nuestro reflejo, que al parecer es la única imagen que tenemos de nosotros mismos, no se alcanza a ver realmente quienes somos o cómo somos. Porque en realidad los únicos que nos ven sin ningún tipo de filtro son los demás. Y esto en términos tanto culturales como éticos es muy bello. Permite que nos evaluemos como sociedad pero también como individuos, lo cual es uno de los ejercicios más interesantes en las artes visuales contemporáneas. Y qué mejor forma de mostrar esto que unos bellísimos espejos enmarcados con un marco en plata, encuadrando a su vez reproducciones (espejadas / al revés) de las más importantes obras del arte americano de los años 70. Todo, con la nostalgia que producen unos lápices de colores bien utilizados (Y hay quienes dicen que estos no son materiales nobles…).

El espejo dentro del espejo. La obra dentro del espejo. El espejo dentro del marco. Nosotros dentro de las obras. Al final, un marco conceptual y formal bastante acertado para los que aún representan al padre del concepto en Colombia: Bernardo Salcedo. Insisto en que deben reseñar mejor sus exposiciones ya que los textos de Jaime Cerón cada vez son más confusos.





Extra. Las obras rotaron en Radio City y se les vio muy bien ante las luces y las cámaras. Enhorabuena.

4 pintores españoles / Galería el Museo







Para ustedes un par de fotos de unas obras bastante especiales. Mis favoritas: Los dibujos en esfero azul.
Qué suerte la de Nelly Peñaranda (Curadora de la galería / Directora de la revista Arteria) él tenerlas en sus manos.