25 diciembre, 2010

Vacaciones en el campo



Este fin de año decidí pasarlo lejos de la ciudad, con mi esposo, tomando vino y leyendo más de 4 novelas que tengo atrasadas en mi mesa de noche. A todos los artistas y actores culturales de nuestro país, les deseo el mejor de los años.

Múltiples y originales



Este año, en un Diciembre muy distinto a los anteriores, y en el que he reemplazado mis tradicionales compras navideñas por ayudas a los damnificados del invierno, fui por segunda vez a contemplar el trabajo investigativo de Maria Sol Barón, realizado junto con Camilo Ordóñez y Carlos García y expuesto desde hace 30 días en la Fundación Gilberto Alzate Avendaño.
“Múltiples y originales: arte y cultura en Colombia. Años 70”, básicamente recoge toda una serie de piezas gráficas y de archivo, normalmente mostradas de forma untiaria y aislada, y que aquí, en cambio, son puestas en conjunto para generar un diálogo que revive toda una forma de pensamiento visual de una época. Esta, lamentablemente olvidada por la labor crítica de Marta Traba, punzante pero tan tradicionalista y beurguesa que tan sólo enalteció a los modernos y su arte de galería.

De antemano, unas sentidas felicitaciones a un proyecto que se ha ganado el merecimiento de estar ahí y que denota una rigurosidad investigativa y una ardua labor de generación de archivo y recolección de un material que de otra forma probablement hubiera sido muy difícil de tener entre nosotros.

El recorrido es coherente, las piezas elegidas son contundentes y el montaje atrapa al visitante. Además logra la difícil tarea de volver algo puramente investigativo, en una exposición visual y que deleita no sólo el intelecto sino la retina. Así mismo se convierte en un especial proceso para generar consciencia y mucha memoria. Abre la mente a las distintas formas de hacer arte y me demuestra que la pluralidad en los temas culturales y creativos tiene un valor muy importante. Los discursos y las prácticas deben tener muchos matices.

Un video al respecto:

10 diciembre, 2010

Casas Riegner / Dibujar es escribir, escribir es dibujar




Según muchos maestros, el mejor dibujo de una persona, es su propia firma. Es ahí, en esos garabatos, a veces ilegibles y complejos, donde desaparece el miedo a dibujar y sale entonces un trazo libre, con seguridad y sin ansiosos titubeos.
En otras palabras: dibujar es escribir y escribir es dibujar. Y es ese precisamente el título de la última exposicíon del año en la Galería Casas Riegner, que desde hace unos meses, no sé muy bien porqué, se vió reducida a un solo piso.

Allí se concentraron entonces obras de Johanna Calle, Humberto Junca, Ícaro Zorbar, Mateo López, Teresa Currea, Tony Cruz, Angela María Restrepo y José Antonio Suárez Londoño, las cuales hablan de la escritura desde del dibujo, y del dibujo desde la escritura.

Por un lado López expone todo su procso de concepción del palacio de papel presentado en la 29 Bienal de Sao Paulo, y paralelamente, como en ese mismo Ping pong con el que fueron aceptados en Basel, José Antonio Suárez expone una serie de hojas provenientes de sus diarios, libretas y bitácoras. Así percibí de antemano la curaduría de la muestra. Enmarcada por dos protagonistas que han hecho del dibujo no sólo una técnica y un recurso visual, sino una forma concreta de pensamiento. Y ambos trabajos lo denotan. Personajes que van más allá del deslumbrante hiperealismo o el perfecto uso motriz de sus lápices y que al contrario dejan a la vista incluso su forma de pensar y de hilar ideas. Sus dibujos de una u otra forma develan el secreto de la creación. Mateo con todas sus anotaciones y referencias arquitectónicas, artísticas, personales y literarias y José Antonio gracias a un fluir inconsciente de su consciencia. Ambos proyectos son minuciosos, ameritan un mirar pausado y esconden pequeños secretos mentales. Hablo desde el ojo que todo lo mira en el pequeño espacio que ocupa la ventana adyacente a los dibujos de Londoño, como de los mails intercambiados por López con los curadores de la Bienal.

Y entre estos dos grandes pilares de un dibujo inteligente se empiezan a derivar trabajos de ilustración deslumbrantes como los de Teresa Currea, o la escritura a la que nos tiene acostumbrados Joahana Calle -que me sorprendió positivamente con su bola de cauchos escrita- , lo contemplativo de la secuencia de Tony Cruz o el intento siempre poético de Ícaro Zorbar, que aunque nunca logra emocionarme del todo, siempre parte de ideas sumamente interesantes.

Una exposición sencila pero deliciosa de ver, que pone de nuevo la mira en la importancia que tiene el dibujo como proceso de pensamiento. En ese sentido, la escritura debería también ser lo mismo. Y aquí recuerdo por ejemplo las bellísimas descripciones de Hopper antes de componer un cuadro o las frases proverbiales de Jenny Holzer.

La lección invaluable de esta muestra: pensar creando o crear pensando.