25 febrero, 2008

Doble faz/Nicolás Paris

Desde que mis hijos me obligaron a inscribirme al fenómeno virtual de la presente temporada, FACEBOOK, no he hecho sino recibir invitaciones a un sinnúmero de eventos, que para serles sincera, no estoy segura de que todos ocurran en realidad.
Lo importante es que la anunciada inauguración de uno de los artistas consentidos de La Valenzuela Klenner sí tuvo lugar el pasado sábado 23 de Febrero en las salas de esta reconocida casa post-contemporánea de La Macarena. Hablo del más reciente proyecto de Nicolás Paris.

Mi intención era llegar muy puntual para vivir de lleno “esta gran experiencia artística”, como la vendían los organizadores pero un largo y aburrido almuerzo familiar me impidió llegar a tiempo. Lo bueno es que la “gran experiencia artística” estaba programada para durar un buen par de horas.

Llegué a eso de las 5 de la tarde. Varias personas iban y venían. En general eran espectadores cuya edad oscilaba entre los 30 y 35 años. Un público joven al parecer bastante interesado. Pasé por el marco de la puerta esperando un molesto aullido pero gracias a Dios mi amigo Jairo por fin desactivó el punzante y fastidioso timbre de almacén que suele registrar la entrada de cualquier persona en el recinto.

En la sala de proyectos me recibieron unos monótonos retratos de americanos promedio, ampliados sin mayor parafernalia por el fotógrafo y docente Guillermo Santos. Al parecer se trataba de un trabajo truncado por el fatídico atentado del 11 de Septiembre. Nada muy diciente. Nada muy estremecedor. Nada muy crítico. Un registro plano y sencillo.



En el segundo piso en cambio, se suponía, se sazonaba algo más azucarado. Eran una serie de dibujos en lápiz sobre papel montados muy al estilo de la Valenzuela. Todo pegado a la pared o tirado aleatoriamente por ahí. Sin embargo cada trazo era impecable y minucioso. El motivo: sutiles señalamientos cotidianos. Así quisiera llamarlos. Hasta ahí no era algo que no hubiera visto antes. Temí desilusionarme. Pero me bastó subir al último piso para cambiar de parecer. Paris me sorprendió gratamente.



¿Porqué? Porque todo esto no solo eran dibujos dispares en hojas de papel sino que cada uno se convertía en una animación básica de dos cuadros o planos, llena de imaginación y sentido del humor. Un poco de fantasía mezclada con realidad. Situaciones bizarras con tintes verosímiles. Una obra inteligente que además involucraba al público de forma respetuosa. Hace rato no gozaba tanto con un guante blanco y una hoja de papel. Además el discurso de este arquitecto, panadero y ahora artista, sigue siendo más que coherente con la contemporaneidad. Sin duda está a la vanguardia y promete convertirse en un grande.



Además, como para aprovechar los alcances del proyecto, la muy joven editorial Silueta publicó un libro con todas estas imágenes, proponiéndole al lector, el mismo juego que propone el artista. Una muestra redonda con el título perfecto: Doble faz.
Link:www.lasilueta.com/boletin/

Mi único grito de enfado: para qué diablos necesitábamos un muñeco en plástico de tres pesos que no le llega ni a los talones a la versión dibujada que había presentado en el salón de arte joven del Nogal !!??? El único lunar…

14 febrero, 2008

Máximo Florez/ Anverso Reverso



Como de costumbre la Galería Casas Riegner tuvo una gran afluencia de gente en una de sus noches inaugurales. Artistas, curadores, jóvenes, políticos y muchos burgueses parecen tener marcados estos eventos como una cita obligada de entre su apretada agenda. Al menos para mí y mi marido sí lo son. Y no veo nada de malo en ello. Salvo las caras en alto, la hipocresía de cóctel y ciertas miradas por encima del hombro. Es como si mis compañeras “féminas” y sus ilustres esposos no recordaran que fuimos campeonas de barras mientras los apoyábamos a ellos en cuanto aburrido partido de fútbol. Pero así es el mundo del arte. Yo misma lo aplico para encajar a la perfección. Saludo con una leve mueca de desprecio que se refleja automáticamente en mi ceja izquierda y me retiro con gracia para no entrar en charlas aburridas.

Esta vez la cita era con la más reciente muestra individual de Máximo Flórez, el joven bumangués que nos ha venido deleitando con delicados “telares” geométricos que hila con una minuciosidad absurda dentro de cajas y marcos, creando así composiciones tridimensionales bellísimas. Hay en su obra una calma vital y un orden tan relajante que te puedes quedar horas mirando como en un letargo casi poético.



Anverso. Reverso. Como el tiro y el retiro. Como la portada y su contra. Como el dentro y el fuera. Reflexión más que adecuada cuando se habla de tejidos o costuras. Es como cuando volteamos un parche o algo cosido y nos damos cuenta que tiene toda una armazón posterior que permite ver algún motivo en positivo. Sí. Positivo y negativo. Ese hubiera podido ser el título de la exposición. Aunque era en extremo obvio. Prefiero el anverso y el reverso. Gran logro de Florez que logra una contundente exposición con no más de 12 o 13 obras, todas impecables, y un espectacular video que hizo las delicias de los asistentes.





Ver más allá de lo que tenemos frente. Saber que para ver algo hermoso se necesita un detrás de cámaras o un proceso menos bello. Una pre-producción, unas bases, unos cimientos que son más importantes que el resultado final. Esa es una de las consignas que se podrían proclamar luego de analizar esta muestra. Ese y muchos más son los alcances de este mal llamado op-art, construído con hilos, manchas de pintura y ocasionalmente algún haz de luz. Sencilla reflexión. Compleja obra.



De entrada mi hija, que no tuve con quien dejarla en casa, corrió a acariciar el cojeno. Duró horas entendiendo que era de mentiras. Entonces se puso de pie. Gruñó con un puchero inexplicable y me dijo: “Está muerto… No se come los dulces.”. Así acabo la noche para ella que indignada, no solo por lo del roedor sino por que su altura no le alcanzó para ver las diferentes cajas, cruzó los brazos y se aposentó enfurecida en uno de los bellos escalones que conducían a la no tan gratificante investigación de Wilger Sotelo. Luego hablaré de eso y del leve tintineo sonoro que ando dejando tras de mí, con mis puntiagudos tacones y mis críticas constructivas.

11 febrero, 2008

1000 dibujos/Esteban Peña









Esteban Peña debe estar dichoso de empezar el año, ya no en un oscuro local de un horrible edificio con nombre de astro, sino en una tradicional casa iluminada de un barrio chic de Bogotá. Como quien dice (si se me permite un sencillo juego de palabras), “Ahora tendrá más ojos puestos sobre su obra.”.

Y bien, este joven bogotano de 27 años parece haber tomado un camino ya bastante recorrido, pero al parecer, aún explotable, el punto. Ese elemento básico que junto a la línea y el plano tanto trasnocharon a Wassily Kandinsky y que hoy día han sido la única herramienta para crear 1000 dibujos. Asombrosa y admirable hazaña. Casi tan increíble como la construcción en madera de una motocicleta, pieza por pieza, por parte de Iván Acosta, para uno de los salones regionales de este año.

Sí. Como una fotocopiadora humana, Peña reprodujo cientos de reproducciones (valga la redundancia) de las obras más difundidas de la historia del arte occidental, la reproducción manual de la reproducción automática. Un trabajo impecable en cuanto a su realización. Elogiable. Un buen punto final para el claro, o mejor, demasiado claro proceso plástico de este artista. Lo digo porque aunque el discurso es redondo, poco a poco se vuelve aburrido. ¿Mil dibujos? Tal vez con diez hubiera entendido. ¿Las imágenes más conocidas de la historia del arte? Ya todos las hemos visto (bueno, al menos no las organizó cronológicamente...). Pero es complicado. No puedo decir que sea una mala exposición. Me gustan las cosas claras y concisas. Además hay mucho trabajo y empeño, la factura está impecable y es bastante coherente con todo lo que ha venido haciendo, desde su primera exposición individual en la galería El Garaje. ¿Los berracos? Creo que falta riesgo y aún mayor sentido del humor.

Sin embargo hay algo, lo sé porque al salir, mientras esperaba a un ex-amante en una banca justo al frente del restaurante Carpaccio, tuve varias reflexiones. ¿Acaso muchísimo trabajo y esfuerzo manual garantiza la creación de una grandiosa e inolvidable obra de arte? Supongo que en ese caso Johanna Calle habría ganado el premio Luis Caballero. ¿Y si los puntos no sirven para crear nuevas imágenes? De esas que uno no había visto. Punto aparte. Siento que hay una nueva ola de excelentes dibujantes. Caso opuesto a los escultores. ¿Ya nadie esculpe? Sólo recuerdo a un joven llamado Leonardo Castaño. Enfin… ¿A dónde llevarán mil dibujos y ochenta y cuatro mil quinientas noventa y nosé cuantos puntos a Esteban Peña? Esperemos que lejos porque me parece que tiene un talento único que lo ha hecho llegar hasta la Galería Nueveochenta pero que lo puede traicionar si no se empieza a aprovisionar de nuevas ideas, nuevos conceptos y nuevas imágenes.