15 septiembre, 2009

Para visitar

Por razones personales, últimamente no he tenido demasiado tiempo para escribir, sin embargo, quisiera nombrar pequeñas notas sobre varias exposiciones que se llevan a cabo o pasaron en la ciudad.



- Hartas artistas. Una exposición de dibujos hechos por mujeres en La Residencia. Chicas jóvenes que me recordaron esas viejas épocas románticas en las que aún mostraba mis dibujos y me reunía con las muchachas a tomar vino y pretendernos intelectuales.

- Andrés Bustamante con una instalación demasiado nadaísta en la sala alterna de la Galería Santafé. Cuando se es tan joven, hay que ver hasta que punto en realidad no se quiere decir nada. Mucho cuidado.

- Fotos jóvenes de Daniel Santiago Salguero en la sede de Chapinero de la Cámara de comercio. Algo de poesía pero me quedo con otros proyectos más interesantes de este muchacho tan joven.

- "Vamos" en Nueveochenta. Una curaduría sin curaduría. Artistas jóvenes de primer nivel con obras a veces interesantes y acertadas, pero sin ningún tipo de recorrido o plantemaiento puntual que las una. No supe para donde era que íbamos. O sí. A un supermercado de talentos emergentes colombianos y argentinos.

- Premio Caballero. La caricatura del arte que quiere ver el extranjero y que dice querer hacer el nacional. Hay cosas buenas pero definitivamente sigo despreciando los clichés nacionalistas y los chistes flojos queriendo cambiar el mundo.

- Fatales como siempre las esculturas de corazón verde. Un logotipo muy bonito pero unas obras excesivamente feas y sin sentido.

- Una instalación con perros hechos de camiseta, alambre y radiolas viejas rompen con la monotonía del garaje.

- Gabriel Silva reaparece en la galería de Christopher Paschal con una muestra muy apocalíptica.

- Geniales las lámparas didácticas de Barragán en L.A. Galería.


Notas varias y pequeñas opiniones que no podía dejar pasar. Tampoco me podía extender.

La oreja roja



De las curadurías que resultaron ganadoras de los salones regionales (zona centro), la que más me llamó la atención, por su coqueteo evidente con la informalidad, la ligereza y la superficialidad, fue la Oreja Roja, comandada por la curadora y docente Mariangela Méndez y su contemporánea homónima Veronica Wiman. Y me interesó no sólo porque planteaba una mirada real, desprevenida y con los pies sobre la tierra, sino también porque habría una ventana directa y sin rodeos a quienes producen arte en Bogotá y sus alrededores. Una convocatoria abierta, desecha de egos, y con la simple pero difícil misión, de generar un archivo de imágenes, textos y portafolios, que luego serían consultados por cualquier interesado. A este proyecto además se le sumaron varias figuras representativas del medio artístico local, como lo son Lucas Ospina, Alejandro Mancera y Mateo López, quienes prestaron alguno de sus proyectos para que el visitante desprevenido tuviera algo más que ver aparte de carpetas y más carpetas.

La muestra final realizada en el parqueadero, que yo temía podía convertirse en un compilado de hojas carta impresas caseramente, en realidad es una CURADURIA (porque en verdad lo es) que propone una mirada fresca y diferente a la idea de archivo. Todo, con una cantidad de aciertos museográficos y de montaje que hacen que el espectador se sienta agusto. Lo digo por los lugares escogidos para poner el plotter de corte, por la escenografía de la oficina, por los retazos de papel de colgadura de Alejandro Mancera y por una serie de mesas grises que junto con el pequeño anfiteatro y las proyecciones, invitan a pensar y a reflexionar lo local y esa pseudo-inteligencia centralista.

Una muestra muy bogotana que aunque se siente que proviene de unos mismos círculos sociales y culturales evidentes, vale la pena ir a ver.

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