Severa vigilancia / François Bucher
Normalmente aborrezco las obras de arte colombianas que se valen de los principales problemas de nuestro país, a saber, la violencia, el narcotráfico y la política, para llamar la atención de expertos de oídos sordos, ojos ciegos y bocas mudas. Siento que son fórmulas sin poesía que lo único que logran es estigmatizar y catalogar erróneamente nuestra producción a los ojos del orden artístico internacional. Esto, en vez de estar generando propuestas de carácter universal y anacrónico que tengan en cuenta, la que para mí, es la base de las Artes Visuales, la seducción estética.
Sin embargo, el montaje presentado por François Bucher titulado “Severa Vigilancia” cumple los requisitos para ser una obra de arte sólida y coherente. Lo digo porque el espacio escogido por la Galería Al Cuadrado corresponde conceptualmente con el interés del artista además de que el testimonio de la decadente mafia paisa de los años 80’s está muy bien documentado. Fotos en gran formato pegadas a la perfección e impresas impecablemente hacen del recorrido una delicada narración. La puesta en escena de un carrusel de imágenes muy bien compuestas y de un video extremadamente largo pero con mucho ritmo, resuelven de manera lógica la intención periodística de la obra. Todo completado por un texto muy puntual y bien redactado por Lucas Ospina, el cual situa al espectador y le permite diversas lecturas entorno a los hechos.
En cuanto al plato fuerte de la noche me parece que lo dieron dos cosas: la presencia de varios pesos pesados del mundo arte (José Rocca y José Alejandro Restrepo) al lado de la crema y nata de la sociedad bogotana y la capacidad del equipo técnico de la galería, que siempre logra crear la infraestructura necesaria para que estas muestras itinerantes se sigan dando. En resumen… una noche interesante.
Sin embargo, el montaje presentado por François Bucher titulado “Severa Vigilancia” cumple los requisitos para ser una obra de arte sólida y coherente. Lo digo porque el espacio escogido por la Galería Al Cuadrado corresponde conceptualmente con el interés del artista además de que el testimonio de la decadente mafia paisa de los años 80’s está muy bien documentado. Fotos en gran formato pegadas a la perfección e impresas impecablemente hacen del recorrido una delicada narración. La puesta en escena de un carrusel de imágenes muy bien compuestas y de un video extremadamente largo pero con mucho ritmo, resuelven de manera lógica la intención periodística de la obra. Todo completado por un texto muy puntual y bien redactado por Lucas Ospina, el cual situa al espectador y le permite diversas lecturas entorno a los hechos.
En cuanto al plato fuerte de la noche me parece que lo dieron dos cosas: la presencia de varios pesos pesados del mundo arte (José Rocca y José Alejandro Restrepo) al lado de la crema y nata de la sociedad bogotana y la capacidad del equipo técnico de la galería, que siempre logra crear la infraestructura necesaria para que estas muestras itinerantes se sigan dando. En resumen… una noche interesante.