ARTBO 2008
Empiezo a encariñarme con el mes de Octubre no sólo por ser el mes de las brujas como yo sino porque parecen oficializados dos magno eventos de arte contemporáneo: Artbo y La Otra. Dos ‘pubertas’ ferias que han entreabierto una puerta para el coleccionismo y una ventana para el mercado del arte en Colombia.
Como me encantan los cócteles asistí ávida a ambas inauguraciones junto a una amiga escritora a la cual aprecio mucho.
En la primera de las ferias no podía faltar el aburrido e inexpresivo discurso de nuestro patético alcalde Samuel Moreno de Caro que gracias a Dios no tardó mucho y se vió alegrado por la intervención de la fresca ex-presentadora de Radio City, programa de variedades que me encantaba hasta que cambió su formato y nos trajo el obsoleto desparpajo de Martín de Francisco.
Las instalaciones y el montaje han mejorado sustancialmente. La imagen en general sigue siendo muy limpia, sobria y llamativa. Creo que con los años la Cámara de Comercio de Bogotá se va consolidando como una de las instituciones que va haciendo un buen uso de su abultado presupuesto. Para este año además reemplazaron el trajinado tapete que cubría todo el pabellón por el piso original de Corferias: unas enormes placas rústicas de tipo industrial que hacen lucir todo más contemporáneo.
Con respecto a las Galerías no tengo demasiado que decir. Creo que se ven propuestas comerciales de todo tipo, en general bien arreglado y sin tomar demasiados riesgos.
Esta vez hubo más presencia extranjera dejándonos con tan sólo una decena de galerías nacionales. Y aunque no debería ser así, creo que un filtro es sumamente necesario. Esto sin entrar a discutir si el colador está siendo imparcial y adecuado. Siempre habrán grandes pérdidas y objetivas restricciones. Lo que sí es cierto es que hacen falta nuevas Galerías con propuestas más audaces. De hecho es increíble que sólo haya una Galería que no sea de Bogotá (Jenny Vilá), que a todas estas, mostró excelentes piezas. Siento que es una feria demasiado joven que aún no presenta un despampanante atractivo como para atraer a los pesos pesados del ámbito mundial. También siento que las Galerías no están siendo del todo beneficiadas a la hora de pensar el arte como un negocio. En general los asistentes terminamos siendo los mismos que nos cruzamos las caras a diario en todas las muestras y que más allá de opinar no aportamos demasiado en términos de marketing, estrategias de venta, exportación de ideas e inclusión de nuestro legado en el circuito capitalista de gran poder adquisitivo. Esa es entonces la tarea. Encontrar embajadores y relacionistas públicos que nos sitúen de forma constante en el mapa artístico global.
En cuanto al pabellón de arte joven , artecámara, creo que sigue siendo un acierto y uno de los puntos fuertes y de los mayores atractivos de la feria. Es ahí donde se rompen los moldes y se generan diálogos más que interesantes. Me decepcionó un poco ver que hay muchas ideas que se repiten, pero me alegró también ver que hay futuros talentos que están yendo más allá.
En el primer caso me refiero a propuestas de dibujo repetitivas y que siguen la estética de Víctor Albarracín o Kevin Simón Mancera: automatismo de Bitácora e ilustración caricaturesca. Son buenas pero tan repetitivas como una fórmula gastronómica. También me aburren las fotocopias de textos y las instalaciones malogradas o efectivístas.
Por el otro lado destaco varias obras que sugieren nuevos caminos:
1- La instalación del colectivo producciones invisibles de dos artistas (Carolina Pinzón y Adrián Villa) que vienen haciendo las cosas muy bien, y quienes crearon una impecable gruta a base de cajas de cartón. Hay nociones de espacio, de colección, de luz, de recorrido, de arquitectura. Con decirles que no me importó gatear en pleno traje de noche para recorrer la versión miniatura de Altamira.
2- Unas ilustraciones en técnica mixta (vectorización, impresión digital, dibujo y pintura) en grises muy bien trabajados que parecen salidas de un largometraje animado. Imágenes llenas de parsimonia y rutina. Alegres pero nostálgicas. Con personajes aletargados y cotidianidades melancólicas que reflejan lo que considero una caricatura del mundo moderno en las ciudades. En este caso frías, silenciosas y anónimas. Me tocó como me tocó la película francesa Persépolis.
3- Dos obras que comparten este escalafón: ambas instalaciones. La primera, dos cuartos paralelos de unos gemelos ficticios. Un autorretrato distinto en dónde el artista se expone de forma anónima creando a dos personajes inexistentes pero que dejan entrever ciertos atisbos de una personalidad joven y pensante. La segunda, una pared hiper-kitcsh forrada con papel de colgadura y en dónde se mimetizaban retratos contemporáneos, dibujos automáticos, objetos propios de la existencia material.
Interesante el proceso fotográfico de otro joven quien a través de la escultura efímera entiende las imposibilidades del amor. Quisiera ver toda la serie junta y no fragmentada entre concursos y concursos. También me atrajo la proyección a través de una caja oscura, de un mismo espacio (unas escaleras) en varios planos. Fatal la factura.
Me preocupa que así que como se han dado nuevos diálogos con el dibujo y se han roto sus límites técnicos y conceptuales, no pase la mismo con la pintura que es una de nuestras revelaciones históricas.
Pd. Los inevitables rumores dicen que habrán sanciones para las galerías que participaron en ambas ferias. Otro absurdo de nuestra sociedad ya que son estas las que mejores propuestas y mayores negocios hacen durante el año. Como siempre, algún ilógico lunar.
Mi recomendado: ‘Una feria para los amigos’/Cocodrilos sin dientes
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