Los artistas de cali en Valenzuela Klenner, vé
Claramente en Colombia, como en la gran mayoría de países del mundo, vende más el escándalo y la polémica que la seriedad y el trabajo continuo. Y más, si la discusión está inscrita dentro de la amplia definición de la palabra ‘política’. Para la muestra, un botón. Hablo de la recién inaugurada exposición colectiva de la Valenzuela y Klenner en la cual participaba Wilson Díaz. Ese que hace unos meses muchos desconocían y que hoy día está en boca de todos. El caso es que para ser un evento artístico en un día lluvioso de la capital, la afluencia de gente fue casi masiva (guardando las proporciones). En otras palabras: “La casa estaba llena” y el lugar “abarrotado”. Y es que ahí estaban todos y cada uno de los caricaturescos personajillos que conforman el diminuto ámbito artístico de esta ciudad. Inclusive yo, que estoy en contra de lo político, no me pude resistir. Ahh… y para asegurarse del todo la asistencia, Jairo no brindó sus usuales ponches con jugos exóticos sino que regaló whisky. Como quien dice: la fórmula del éxito, chisme barato y alcohol fino.
Lo digo muy en serio y sin ánimo de risas. A nadie pareció importar que se tratara de una colectiva de artistas caleños. De hecho muchos pensaban que todo era de Díaz. Nadie reconoció la obra de Mónica Restrepo, ni la de Ana María Millán o la de Leonardo Herrera (que por cierto, fue de lo mejor de la noche). Claro que no. Todos se morían por ver el trabajo del artista que había sido víctima del tan comentado atropello de parte del anterior embajador de Colombia en el Reino Unido, Carlos Medellín. Y es que no podía ser para menos. Porque aquí lo que vende es el drama, la telenovela, el llanto, la calumnia y el atropello. No se sabe entonces quien es más ignorante. Si el embajador por asumir que una obra de arte compromete el estatus político de nuestro país o el artista plástico que pretende hacer de un folclórico documental, una usurpada polémica en un foro, unos mamarrachos a la coca y una pintura popular, unas contundentes obras de arte contemporáneo. Y por si fuera poco tanto el uno como el otro reciben el enardecido apoyo de sus respectivas partes. Como quien dice, el mundo está patas arriba, así que si por estos días ven a un pájaro muy afinado disparándole desde el cielo a las escopetas no huyan necesariamente despavoridos. De seguro sólo es otra de estas hilarantes ocurrencias. Es más, alguien debería hacer una pintura que se titule: “Ahí estamos pintados”.
-Paso la página-
La puesta en escena y el realismo de la coreografía que se proyectó en el primer piso, junto con esa vitrina tipo miscelánea me pareció interesante. Siento que la artista rescata de manera consciente la abominable estética del comerciante de barrio.
En el segundo piso Herrera propone una sarcástica reflexión que nos hace ver los borrosos límites entre lo socialmente moral e inmoral, entre lo real y lo ficticio, entre lo políticamente correcto e incorrecto. Esto yuxtaponiendo símbolos muy fuertes que se contradicen pero a la vez se complementan. Es además muy valioso que recurra a diversas técnicas entre las que se cuentan el dibujo in situ, la fotografía, los objetos e incluso los grabados. Ojala pasen a verlo.
Pronto…. Versión impresa de Lolita y convocatoria para hacer reseñas breves de crítica de arte. ;)