Paisajes de Luz / A tres Bandas
Les puedo asegurar que los metros de diferencia marcan un panorama, por lo menos, optimista.
Por su parte Victor Robledo sigue explorando las posibilidades de la luz, mediante un video en donde se proyectan ciertos spots que aparecen y se desvanecen en diferentes zonas sobre un muro de ladrillo. Un ejercicio simple pero sin embargo poético ya que destaca los espacios que la luz abarca, además de su incidencia y forma efímera; personalmente me parece un trabajo poco novedoso, pero si al menos algo relajante para estos días tan estruendosos. Por otro lado presenta una serie de fotografías montadas en forma de cascada, de lo que parecen ser ventanas por donde se filtra la luz, generando ciertas texturas y una continuidad que pretende dialogar con el espacio pero que no lo logra en su totalidad. Recuerdo haber hablado del riesgo que implica este tipo de montaje y explícitamente de la obra de Robledo en la muestra Recámaras en la Casa de la Moneda. Creo que esto me demuestra que existe la posibilidad de que el montaje no haya tenido que ver con la curaduría en mención, sino más por un gusto y decisión personal del Artista. Particularmente, me entusiasmó muchísimo más la postal o invitación de la obra, en donde se podía apreciar un bello reflejo sobre una pared. Una imagen vaga y sutil, a mi modo de ver, mucho más poderosa que la obra misma.
Ya bajando la escalera, en el primer y segundo piso -debo reconocer que empecé al revés debido a un encuentro fortuito con un conocido, ya saben, siempre en mi afán por enterarme de los últimos rumores- se encuentra la obra de Karen Biswell: A tres bandas. Ésta se compone de una serie de fotografías análogas, recortes de periódicos y afiches que apelan a un pasado victorioso así como a lugares, personajes y escenas cotidianas que se adentran por los trayectos de la memoria y el recuerdo. Dicha serie articula historias paralelas mediante el registro de ausencias y presencias, o en el mejor de los casos, evocando nuevas imágenes. El montaje me pareció impecable. Disfruté del lugar que cada imagen ocupaba sobre la línea de horizonte y al mismo tiempo percibí una voz en off narrando la heroica historia de Mario Criales, un inmejorable jugador de billar. Aparte me gustó las ampliación en donde se ve a la artista parada en el cuarto donde está colgado uno de los reconocimientos a su abuelo y aquella de una pareja en el mismo espacio, cuyo fondo tenía colgada su propia imagen, pero en una época pasada. Los marcos y el color de la madera son un acierto, diferente a lo visto usualmente en Colombia, aunque me preocupa la vulnerabilidad del papel fotográfico por la ausencia de vidrio. Además las fotografías tomadas por Biswell poseen buena definición y una paleta de color intensa e interesante. Y esto, muy a pesar de que en estos días ando en verdaderos conflictos personales con la fotografía.
Por último debo reconocer que la labor de Julien Petit hace que la muestra se articule y le de un sentido total a la obra. Sin este impecable trabajo de curaduría la exposición se sentiría débil y hasta de pronto un tanto sosa. Bravo por el título y el texto, los cuales me parecieron poco pretenciosos y realmente inteligentes.
En general estuvo bien, nada deslumbrante, pero digno de apreciar.