30 enero, 2007

Galería Cu4rto nivel

En ocasiones anteriores esta galería, ubicada en el centro de diseño Portobello, me había sorprendido gratamente. De hecho recuerdo con agrado la muestra de Ricardo León y Humberto Junca el año pasado. Dos exposiciones bastante sencillas y ejemplos de las preocupaciones contemporáneas (originalidad, apropiación, introspección, dibujo, memoria, etc…) Es decir que con estos antecedentes de seguro me iría bien.

Pero no fue así. Me fue pésimo. No vi arte sino una investigación convertida en horribles pendones con diagramación tipo power point. Espantoso. Todo de muy mal gusto. Esto sin hablar del confuso e innecesario texto de Jaime Cerón, que al parecer no tuvo ni siquiera el tiempo de utilizar mayúsculas para empezar sus frases. Qué patético.
Si no me creen véanlo con sus propios ojos.





Es esto precisamente lo que se debe abolir del arte contemporáneo. El exceso de reflexión, investigación y supuesta inteligencia. El arte debe seguir siendo algo de carácter sublime en donde la imagen y su manejo toman la mayor importancia. Si no dentro de poco estaremos viendo gráficos, inventos y análisis matemáticos y no obras de arte. Cuidado!!! Atención!!! Socorro!!! ¿A quien le dijeron que el arte era hacer demostraciones matemáticas? ¿A quien le dijeron que el arte era construir discursos políticos? ¿A quien le dijeron que el arte era escribir disertaciones antropológicas? ¿A quien le enseñaron eso? ¿Y en qué universidades? ¿Quién anda repandiendo semejante mentira? Repito. Cuidado!!! Atención!!! Socorro!!!

26 enero, 2007

Grandes Maestros en La galería El Museo.

No se a ustedes pero a mi la expresión “grandes maestros” rápidamente me hace pensar en un segmento del canal citytv cuyo nombre es “grandes series”. En fin. Cosas que me pasan por mi cabeza. La cual se encuentra enrulada esperando la velada de viernes en la noche.

Grandes Maestros. Sí, no sé si necesariamente grandes pero si prodigiosos y exquisitos maestros. Nada que hacer. Hay en aquella generación de viejitos artistas una cantidad de pintores, escultores y dibujantes talentosísimos. Tan talentosos que son los únicos que persisten en el imaginario colectivo de nuestra sociedad. Un poco triste eso de vivir en el pasado. De hecho creo que toda cultura más allá de exaltar y enaltecer lo vivido (igual hay que hacerlo) debe construir también el presente y fomentar nuevos talentos y nuevas prácticas. Pero sí. Estos fueron tremendos maestros.

Con respecto a la exposición en la Galería, aunque son los mismos de siempre, me llamó la atención que eran obras que no había visto antes. Una selección adecuada para apreciar los matices de lo que fue la modernidad en nuestro país. Hablo en términos de artes visuales.

Para ustedes, las obras que por alguna razón, me llamaron la atención.


Darío Morales


Luis Caballero


...


...


Carlos Rojas


...


Omar Rayo


Santiago Cárdenas


Luciano Jaramillo

22 enero, 2007

Extra No. 4 / Un solemne Adios

Hoy, como de costumbre, abro los ojos, intento sonsacarme la pereza y luego tomo rumbo hacia mi cocina. Pondré a hacer café. Mientras las gotas de este néctar de ejecutivos, artistas, estudiantes y escritores se suicidan rítmicamente al compás de la cafetera, yo voy al encuentro del único periódico nacional. Noticias van, noticias vienen. Como siempre, en primera plana, ese deporte ínsulso que tanto ha criticado Vargas Llosa. Y como siempre, nuestro pobre equipo derrotado. Qué desgracia.
Pero mi pena poco a poco se agrava cuando entre mi superficial barrido por la prensa aparece en letra Negrita una información que me deja perpleja: Muere uno de los pioneros del arte conceptual en Colombia. Una última gota de café cae lentamente como en un reloj de arena. Una primera gota profana mi lágrimal derecho y repta cual soldado herido por mi pómulo graso.

Como en toda situación de muerte vienen a mi mente imágenes inconexas que arman un video scratch cerebral.













Bernardo Salcedo ha muerto. El Duchamp colombiano a desaparecido para siempre. Ese hombre que cambió el rumbo del arte en Colombia (para bien o para mal) no dejará ver su genial figura y su irónica personalidad. Triste. Demasiado triste. Aún para sus detractores es una lástima y una pérdida irremediable.

Por eso le doy a este gran hombre, un solemne Adios.

-"Ya no quiero café.". Dice Lolita Franco.

18 enero, 2007

Panópticon o Museo Nacional

Hace rato no le daba el tour completo al Museo Nacional. De hecho mis últimos recorridos en este bello edificio se habían limitado al espacio destinado a las exposiciones temporales que generalmente se ubican en el primer piso, a la derecha de la entrada principal. Por ello sentí una particular emoción.

Eso… y el hecho de imaginarme que semejante recinto repleto de obras de arte, era antes una cárcel. Con rejas, con hostilidades, con sangre, con insultos, con susto. Increíble. Un panóptico convertido en símbolo cultural de un país y de una ciudad.



De WIKIPEDIA, la enciclopedia libre

El panopticón es un centro penitenciario ideal diseñado por el filósofo Jeremy Bentham en 1791. El concepto de este diseño permite a un vigilante observar (-opticón) a todos (pan-) los prisioneros sin que éstos puedan saber si están siendo observados o no.
La estructura de la prisión incorpora una torre de vigilancia en el centro de un edificio anular que está dividido en celdas. Cada una de estas celdas comprende una superficie tal que permite tener dos ventanas: una exterior para que entre la luz y otra interior dirigida hacia la torre de vigilancia.


Cuatro siglos de pintura europea

Mi visita sin embargo estaba relacionada a la reciente muestra organizada por el banco español denominado BBV, en la que se recogían una variedad de obras europeas realizadas entre los siglos XV y XVIII. Allí se encontraban entre retratos, paisajes, bodegones y naturalezas muertas. Nada demasiado emocionante, pero motivo suficiente para reunir a muchas familias, que aprovechando la temporada de vacaciones se agolparon en el museo. Fascinante ver a pequeños y grandes recorriendo dichosos las salas y salones.






En especial me agradaron unos telares persas que cubrían piezas en oro de culturas arábicas. Así mismo me llamaron la atención unas vistas de canales comerciales tal vez de los países bajos. Muchos marchantes y un aura de puerto bastante bien logrados.







En cuanto a la curaduría. Me pareció que estaba hecha por profesionales. Lo digo por el cauteloso manejo de los rieles y sus luces para evitar cualquier deterioro en las pinturas.
Además habían instalado dos cuartos con libros y catálogos. Deliciosos espacios invadidos de una luz proveniente de los tragaluces cenitales. Daban muchas ganas de hacer bocetos y tomarse su tiempo para leer y empaparse del contexto de la exposición.



En fin. Buena ida al museo. Un museo particularmente bello en el cual me encanta tomarme mi tiempo para deambular y tal vez, si tengo tiempo, tomarme un café al aire libre.


¿Novedades?

Un recorrido histórico por las artes gráficas de nuestro país. Una pequeñísima en la que se logra visualizar el proceso visual de los grafistas desde principio de siglo hasta los años 60. Lamentable que no se incluyan muchos colectivos que hicieron un gran aporte en los años treinta. No recuerdo nombres. Se los quedaré debiendo, con sus respectivas imágenes.



11 enero, 2007

Piedad Tarazona/Casa Cuadrada

Flash… Flash…



Algo se alumbra cuando uno pasa por la carrera séptima con calle 83.
Algo parece distraer el pesado tráfico. Son enormes cuadros de vibrantes colores.
Umm… divertidos. Tienen un buen lejos… supongo





De cerca en cambio me di cuenta de la falta de preciosidad en la técnica y de un sin-número de errores que delatan la falta de oficio de esta artista. Restos del boceto en grafito hacen que el mal uso de las veladuras y del color sobre color salga a flote. Esto sumado a unas texturas inconscientes que le restan vivacidad a las plantas. ¿Lo peor? Cuando ensucia el color



Un poco de decepción para unas pinturas que lucían literalmente, muy dulces.

06 enero, 2007

Nota 6: play

De nuevo en la ciudad.
Como siempre lo de siempre.



Antes de empezar de nuevo quise poner todo en orden. Clasificar por colores el guardarropas, echar la ropa sucia al balde de las prendas mugrientas, revisar mi correo electrónico, contestar el móvil, darle de comer al pez, etcétera. En realidad no lo hice. Supuse que luego la rutina lo resolvería por su cuenta.

En vez, entre emocionada y nostálgica, decidí hacer algo que llevaba más de quince años sin hacer: llamar al ciento diez y siete. Lo recuerdan. Aquella voz robótica y alelada que con cordial entone nos recita la hora exacta del día. Increíble. –“Son las once horas… cuarenta y cinco minutos… y treinta segundos. Son las once horas… cuarenta y cinco minutos… y cuarenta segundos”. Me dije a mí misma que era una genial forma de empezar el año.

Y lo fue. Con el ajetreo del cambio horario y la sincronización de los relojes para celebrar el nuevo año, mi bracito de agujas y engranajes permanecía holgazaneando sin saber que habíamos vuelto a la normalidad. Entonces giré su perilla y le hice sentir que el arte nos necesitaba. Que ya era hora de sumergirse de nuevo en eso del día a día, los trancones, la prensa diaria, el café matutino y las exposiciones. Él estuvo de acuerdo. Yo también.

Entonces, si tienen tiempo, tomen la bocina y marquen el 117. Se sentirán de nuevo en casa y listos para retomar.

Un cordial saludo,
La madame del arte. Lolita Franco.